jueves, marzo 30, 2006

Día de asueto... cuerpos en penumbra


Niños y niñas, ayer fue uno de esos raros días en los que no tenía nada que hacer - la noche anterior había enviado los artículos, tenía el correo al día, quedaba comida hecha del fin de semana, el móvil en modo vibrador (No seáis mal pensados, es mi forma de decirle "Vete a la mierda"), así que pensé 'Me voy a dar una vuelta'. Saqué una camisa limpia y empecé a mirar que pantalones ponerme. Hasta que me fijé en el espejo del ropero. 'Coño, si ya voy cojonudamente'. Con mi camiseta blanca, unos vaqueros, unas playeras, armado con MP3 y el sempiterno block, todo ello guardado en un macuto raido - que creo llegué a llevar al instituto - me largué a la calle.

Un día de primavera estupendo; sol, un agradable calorcito, gente ligera de ropa, incluso el paso parecía más lánguido, más relajado. Primero pensé en optar por un paseo por la parte vieja, pero no era una opción, quería ver gente. Terminé en una calle peatonal de la zona comercial. Me puse a oír música y, simplemente, observé a la gente.

Iban a su ritmo, en sus cosas, pero estos primeros días de sol parecen relajar, como si ese agradable calorcito y esa luz nos reconvirtiera. A alguna o alguno vi con cara de mal humor, pero en general, se lucían expresiones de placidez, medias sonrisas. Ah, y Lucecita tiene razón, mientras que los hombres, al darse cuenta que los miras, aceleran el paso incómodos o directamente te devuelven la mirada; unos en franco desafía, otros en franca coquetería, las mujeres por el contrario desaceleran, se dejan observar para observar, como gatos curiosos, siempre elegantes, aunque se ajusten las ballenas del sujetador en un gesto inconsciente, o se paren en un escaparate mirando maniquíes con esa expresión ausente en donde lo importante son las manos; como las mueven, las colocan, hablan con ellas al cristal acariciándose la barbilla o el codo, agarrando el bolso, apoyándolas en la cadera. Fascinantes al fin y al cabo.

Sí, Lucecita, sí. A mí también me gustan las mujeres.

A cosa de las dos de la tarde volví a casa. Y me encontré en la puerta con Magdalena, una amiga que le gusta como cocino, entre otras cosas. Suele aparecer cada quince días, aproximadamente, siempre sin avisar. La cuestión es que entre lo que quedaba en la nevera, un par de golpes de fogón y una botella de vino blanco - de pescado iba la comida - a las seis de la tarde ya estábamos retozando en el suelo del salón. Se quedó dormida, y yo - esto lo digo ahora, claro - estuve casi hora y media observándola dormir, su cuerpo, su cara, sentado en el sillón, en pelotas. Como un gilipollas. No creo que pensara en nada en particular, sólo la observaba. Y la verdad, si recuerdo esa imagen de su cuerpo de lado, con el puño bajo la barbilla, su cara ovalada y su respiración tranquila, mientras la luz de la tarde iba cambiando, difuminando sus formas, tengo muy claro porque me gustan, porque siento deseos de tocarlas, acariciarlas y probarlas.

- ¿Qué haces ahí?- me preguntó con esa sonrisa de acabada de despertar.
- Nada, simplemente te miraba.- dije desde el sillón en penumbra, con una pierna cruzada, un pitillo a medias y el comienzo de una erección espontánea. - ¿Te quedarás a cenar?-

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viernes, marzo 24, 2006

Dos enanos granujas

Estos dos enanos se lo pasan de miedo. Espero que vosotros también viéndolos en plena gamberrada. Que lo disfruteis.




Si me pongo a pensar en que demonios hacía yo cuando me iba de novillos, ¡Me entra una envidia insana de los dos enanos estos, ¿a que sí?

¿Que os ha parecido? Quien fuera el pizzero...

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jueves, marzo 23, 2006

Ana Rosa y el sexo

Niñas y niños, debido a cosas que no vienen a cuento, durante este tiempo que he estado in albis he visto mucha tele mañanera. Obviamente el cerebro llegó casi a secárseme, no se me levantó durante dos semanas y perdí el apetito, que sólo recuperaba viendo a Ana Rosa Quintana, momento en el que aprovechaba para comerme una tetillas de monja acompañadas de café con leche, coñac y puro. En una de esas ocasiones, justo en el momento en que comenzaba el coñac, Ana Rosa soltó un reportaje sobre la corrupción de menores. Parecía interesante así que me repolliné en el sofá atento.

Al final el reportaje se convirtió en una desternillante sucesión de tonterías puritanas y mojigatas, como no podía ser de otra manera, sobre una reportera que se hacía pasar por una menor en un chat para captar a supuestos corruptores. En general la muchacha se hacía pasar por una chica de entre quince y diesisiete años que ponía calientes a señores hechos y derechos, quedando con ellos en una cafetería. Y los señores iban. La cosa llegó al esperpento cuando Ana Rosa salió en pantalla para decir que le habían pasado el material a la policía y que esta había dicho que no existía delito alguno. Y lo llamo esperpento, niñas y niños, porque la impresentable esta lo que estaba pidiendo es que se encarcelara a esos hombres hechos y derechos.

Y es que la cosa tiene miga, porque esto no es ningún país anglosajón, esto es España. Aquí la mayoría de edad sexual es de trece años. Una persona puede mantener relaciones sexuales consentidas con otra a partir de los trece años, cosa que, hablando de todo un poco, me parece muy bien. No porque yo, personalmente, sea partidario de tener relaciones sexuales con personas menores de diesiocho años, pero es una cuestión personal que, me consta, importa un huevo a las personas menores de diesiocho años.

Llegados a este punto tengo que contaros una de esas anécdotas que se ponen como ejemplo, pero que no sirven para absolutamente nada, a excepción de que se me empine a mi recordando. Se desarrolló en los carnavales anteriores en Las Palmas, año 2005, donde fui invitado por el amigo Sun. A cierta hora de la madrugada, en un chiringuito, que no está en la playa, así llaman ellos a las casetas que montan, fuí a pedir un whisky cuando una chica, al verme en la barra, me dijo si le podía pedir un martini con limón - mezcla insólita que me hizo sonreir. La muchacha se llamaba Nayra y tenía 16 años. Menudita, rubia de ojos azules y pecho pequeño, sin sujetador. Muy simpática. Creo que hablamos durante media hora antes de que me dijera si quería enseñarle el piso en el que vivía - piso que obviamente es de Sun, que es un santo y me dejó las llaves con cierta reticencia al mirar a mi acompañante. Estuvimos casi hasta las ocho de la mañana antes de que mirara el reloj, se pusiera las braguitas y saliera disparada diciendo "mi padre me va a matar". Me dio un beso rápido y desapareció.

Niñas y niños, me gustaría saber a que edad perdísteis la virginidad, desde que edad os masturbais pensando en aquella vecinita o vecinito, y lo que es más importante, con quien os hubiera gustado perder la virginidad a los catorce años. Sed sinceros, aprendices de pervertid@s.

Ah, que se me olvidaba, querida Ana Rosa, entras en la definición de la clásica reprimida, mojigata y puritana. Que ya lo dijo el sabio, niñas y niños, aquel/la que no folla, se dedica a joder.

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miércoles, marzo 22, 2006

He vuelto...

He vuelto, niños y niñas. ¿Qué habeis hecho mientras yo me dedicaba a pervertir a otras y otros? ¿Habeis practicado mucho? ¿Con algún vecino, vecina, primo, prima, algún desliz con un pastor alemán?
No os preocupeis, ya estoy aquí. He vuelto y me voy a quedar. Espero que os guste la nueva vestimenta del blog. Yo vengo cargadito de perversión, de imágenes, de sonidos, de sexo, de lenguas, de buenos y, sobre todo, malos deseos.

Me había perdido, pero vi un concierto de Adam Green, su deseo de que las chicas se masturbaran oyendo sus canciones y sentí ganas de encontrarme. Claro, donde mejor que aquí.

Espero que aún esteis por ahí, esperando que os pervierta, deseando divertiros tocando vuestras partes pudentas, queriendo animar esos deseos concupiscentes que os guardais para cuando estais a solas con el PC, la casa está en silencio, vuestras parejas duermen y nadie os puede molestar cuando os metais la mano en el interior de los pantalones...

Hasta luego.

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