Bichos raros
Bichos raros, niñas y niños, así nos ven las féminas a los hombres. No todas, las hay que dicen que somos más simples que el mecanismo de un sonajero. Y en esta evidente contradicción, buceando entre los recuerdos de conversaciones habidas en camas propias y ajenas, sillones abatibles y traseros de coches, sitios inverosímiles, ya sean públicos o privados, con frío o calor, comodidad o estrechez; he llegado a la conclusión de que hay tantas opiniones sobre nosotros como mujeres en el mundo - cosa que, por otra parte, me impulsa a seguir recabándolas sin descanso - y quisiera compartir con vosotr@s aquellas que me han parecido más graciosas, sinceras, complicadas y, ¿Por qué no?, groseras y desenfadas, serias y enfermizas. Lo que al mismo tiempo demuestra que el sexo crea una intimidad extraña entre las personas que lo practican y una comunicación que no depende del tiempo que hace que conozcas a la otra persona, o personas. Simplemente ocurre. Y digo yo que eso no es malo ¿O sí?
"No seás boludo. Los hombres sós como niños shiquitos. Pensás en el cipote como si fuera un juguete y buscás compañeras de juego, mientras más mejor. El man, vos, no sós un bisho raro, sós una especie aparte."
Maribel, uruguaya, pelirroja de pelo rizado y cuerpo pecoso, estudiante de Ciencias Políticas de ojos marrones, casi tan rojos como su pelo. Verla desnuda en una cama de sábanas blancas era todo un espectáculo en si mismo. Aguda, sin pelos en la lengua, capaz de reírse de su sombra sino tenía nada mejor a mano.
"El hombre es una contradicción que no se acepta a si misma. La mujer es sólo mujer mientras que el hombre es hombre y mujer al mismo tiempo. Eso los hace más vulnerables, menos estables, los convierte en blanco fácil de los defectos de los dos mundos que se debaten en su interior. La mujer es equilibrio y el sexo es la forma del hombre de llegar a vislumbrar ese equilibrio."
Binti Shuari, inglesa de padres hindúes - aunque parezca mentira esto me lo soltó cuando yo tenía la tierna edad de veinte años, estando los dos medio desnudos en unas escaleras laterales, en desuso, de acceso a la estación de metro de Green Park (Hoy día sería imposible echar un polvo en esos accesos del metro por culpa de las cámaras de seguridad), fumándonos un pitillo arrugado de un tabaco inglés asqueroso a medias. La había conocido cuarenta y cinco minutos antes - Es lógico que no se me olvide en la vida.
"Sois lo que sois. No podéis evitarlo, perdéis la chaveta por bajar unas bragas para ver lo que hay debajo. Para nosotras eso no es malo, os hace previsibles. Vivís la vida a través de vuestro pene. El problema está en dar con aquellos que lo sepan usar."
Lidia, madrileña, treinta y nueve años, un metro sesenta y muy poco, incansable en la cama, de lengua rápida, ojillos brillantes y cuerpo de atleta. Casada, dos hijos y un marido que le lleva veinte años. Horas y horas de conversación tras el sexo para seguir practicando sexo. Una vez estuvimos desde un viernes al medio día hasta un domingo por la tarde, cuarenta minutos antes de que saliera mi avión, sin bajarnos de la cama del hotel a excepción de ir al baño (Su marido estaba de viaje... nunca le he preguntado donde deja a sus hijos).
"Los hombres somos como animales que estamos hechos a medias. Frágiles y salvajes al mismo tiempo... ¿No has pensado en depilarte todo el cuerpo?"
Nando, homosexual, delgado, con un pene minúsculo en erección y capaz de asociaciones de ideas tan absurdas como la expuesta; dicha desnudo en un diván de su casa porque le hacía ilusión follar en aquel incómodo mueble. En continua búsqueda de pareja estable pero incapaz de ser fiel a nada que no sea su tremenda pluma. Por otra parte, un ser humano delicioso al que se le coge cariño enseguida. Siempre ampuloso y desmedido, siempre a punto de romperse como una pieza de porcelana que cuelga de una cuerda cogida con unas pinzas de ropa.
"- Sino fuera por esto... - dice agarrándome el pene en completa erección. - ... los hombres no serviríais para nada.- Sonrío.
- ¿No has pensado en comprarte un vibrador?-
- Necesito otro cuerpo contra el que restregarme.- No me suelta el pene; lo aprieta, lo estruja, lo masajea, no deja de mirarlo.
- Pues hazte lesbiana, compra un vibrador de cinto, se lo pones y asunto arreglado.-
- No me gustan las tetas.-
- Ni los hombres.- Sonríe mirándome de soslayo.
- Yo no he dicho eso.-"
Andrea, una tiquismiquis con la ropa puesta, capaz de hacer y dejarse hacer de todo sin ella. De derechas, seria hasta decir basta, funcionaria de Ayuntamiento, le gusta mandar. Según ella se acuesta conmigo porque jamás le he demostrado tenerle miedo o estar apabullado por ella. Su deseo más íntimo sería doblegar a todos sus semejantes - tiene alma de dominatrix, aunque no lo sabe - Me permitirá seguir acostándome con ella mientras no demuestre que le tengo cariño.
"- El olor, el sabor, el tacto, como tocáis, como os refrenáis, hasta que no podéis más, el calor de las manos, la musculatura tensa, lo ridículo de vuestro sexo fofo y la impresión de poder cuando está en erección, como razonáis, la avidez con la que nos miráis. Me gustan muchas cosas.-
- Bueno, ¿Y que es lo que no te gusta?-
- Que sintáis la necesidad de mentir para follar. Aunque eso lo aprendemos desde muy jóvenes. Por eso me atraen tanto los hombres que no fingen querer otra cosa que lo que quieren.-"
Auxi, andrógina, de ojos azul metálico, dulce, suave, siempre con su cuerpo pegado al mío, deseando besar y que la besen. Toda una maestra en contraer los músculos de la vagina, estrecha y corta, y, al mismo tiempo, aprisionarte con las piernas para evitar que le hagas daño en una embestida, moviendo la cadera para rozar su pubis contra el mío. De clítoris prominente, casi un pene en miniatura. Le gusta que la hagan reír. Me gusta hacerla reír.
"- Sino tuvierais esto...- dice señalándome el pene. - ... seríais perfectos.-
- ¿No te gustan los penes?-
- No me gusta que me penetren.- pongo cara de extrañeza. La he visto mearse de gusto, perder el sentido y morderme el hombro sentada a horcajadas sobre mí para ahogar un gemido perdiendo el ritmo mientras sus caderas vibraban solas.
- Pues para no gustarte lo disimulas muy bien.-
- No digo que no me guste follar pero no que me penetren.-
- Te gusta follar pero no que te penetren. Es tal la contradicción que encierra esa frase que no sé si cambiar de tema de conversación.-
- Me jode que me guste tanto follar con un hombre. Sois animales simples de pensamiento lineal, llenos de pelo y arrugas, incapaces de sentir empatía...- Empatía, esa es su palabra preferida. - ... por vuestros semejantes. Pero tenéis pene, sino tuvierais seríais prescindibles.-"
Ana, la conozco desde que tenía diecisiete años, elástica, fuerte, de mi altura, desequilibrada. Hija única. Presume de sufrir demasiada empatía hacia todo lo que la rodea, y que por ello sufre tanto. Llora por todo. No es feliz sino sufre y hace saber al resto del mundo que es así.
NOTA->
Esta conversación tuvo lugar hace unos seis meses. Desde entonces no he vuelto a acostarme con ella. Me llama todas las semanas un par de veces. Cada vez que pienso en ella me parece más peligrosa, cada vez que hablo con ella me da la impresión de que está peor.
He hablado con su primo y coincide en que no está muy bien. la negación del disfrute en conjunción con la necesidad del mismo es un problema mental grave, niñas y niños. Si practicáis sexo y después sentís remordimientos, y no me refiero a remordimientos por haber engañado a vuestra pareja, o lucháis contra la necesidad de sexo y ello os crea desasosiego hasta que os veis obligados a practicarlo, para luego volver al ciclo del remordimiento y el desasosiego, consultad a un especialista. Lo digo en serio.
'Toda actividad natural en el ser humano está sujeta a procesos mentales. Cuando estos procesos juegan a negar la actividad corporal natural se convierten en procesos enfermizos que minan la actividad mental del individuo y ponen en peligro su equilibrio psíquico.'
Howard Gardner, profesor de psicología de la Universidad de Harvard y de neurología en la de Boston.
<- FIN DE NOTA
"- Los comprendo, los entiendo, me gustan sus cuerpos, como tocan, como acarician, sus facciones, como besan, su ternura, como se desbocan. Me desarman los hombres que me tratan como una señora, que se sientan conmigo a tomar un café y me cogen la mano, que caminando por la calle me ponen la mano por la cintura, que cuando estamos desnudos me tocan el pecho y me besan el cuello...-
- ¿Y que es lo que no te gusta de nosotros?-
- No me gustan los hombres que se acuestan conmigo por puro morbo, siempre terminan intentando echarme en cara que no soy mujer. Y si lo soy.-
René, delgada, ojos verdes, una de las mujeres más femeninas que conozco, veinticuatro años. Muy seria y de sonrisa tímida. Una rara avis que comenzó su proceso de transexualidad a los dieciséis, contra viento y marea. Estudiante de veterinaria, ha tenido la suerte de contar con una familia que la ha apoyado en todo. Ni se plantea efectuarse un cambio de sexo genital. Dice que su clítoris es, con diferencia, mejor que uno de nacimiento. Su mayor ilusión en la vida es ser feliz.
Niñas y niños, ni están tod@s l@s que son, ni son tod@s l@s que están, pero creo que es un ejemplo de lo que pensáis sobre los hombres, ya digo, somos desde bichos raros a simples como sonajeros. Un@s nos veis como personas, otr@s como adminículos del pene; un@s veis, para bien o para mal, el conjunto, otr@s sólo el interior de nuestros carzoncillos.
Sería ridículo que yo intentara definir al género masculino, bajo mi punto de vista tan ruin, mezquino, dulce, inteligente y hermoso como el femenino - aunque estéticamente me parezca más bello el femenino.- pero es porque yo prefiero el sexo con personas, no con géneros en particular. Al fin y al cabo... yo también soy persona, nen.
8X
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