viernes, abril 28, 2006

Bichos raros


Bichos raros, niñas y niños, así nos ven las féminas a los hombres. No todas, las hay que dicen que somos más simples que el mecanismo de un sonajero. Y en esta evidente contradicción, buceando entre los recuerdos de conversaciones habidas en camas propias y ajenas, sillones abatibles y traseros de coches, sitios inverosímiles, ya sean públicos o privados, con frío o calor, comodidad o estrechez; he llegado a la conclusión de que hay tantas opiniones sobre nosotros como mujeres en el mundo - cosa que, por otra parte, me impulsa a seguir recabándolas sin descanso - y quisiera compartir con vosotr@s aquellas que me han parecido más graciosas, sinceras, complicadas y, ¿Por qué no?, groseras y desenfadas, serias y enfermizas. Lo que al mismo tiempo demuestra que el sexo crea una intimidad extraña entre las personas que lo practican y una comunicación que no depende del tiempo que hace que conozcas a la otra persona, o personas. Simplemente ocurre. Y digo yo que eso no es malo ¿O sí?

"No seás boludo. Los hombres sós como niños shiquitos. Pensás en el cipote como si fuera un juguete y buscás compañeras de juego, mientras más mejor. El man, vos, no sós un bisho raro, sós una especie aparte."
Maribel, uruguaya, pelirroja de pelo rizado y cuerpo pecoso, estudiante de Ciencias Políticas de ojos marrones, casi tan rojos como su pelo. Verla desnuda en una cama de sábanas blancas era todo un espectáculo en si mismo. Aguda, sin pelos en la lengua, capaz de reírse de su sombra sino tenía nada mejor a mano.

"El hombre es una contradicción que no se acepta a si misma. La mujer es sólo mujer mientras que el hombre es hombre y mujer al mismo tiempo. Eso los hace más vulnerables, menos estables, los convierte en blanco fácil de los defectos de los dos mundos que se debaten en su interior. La mujer es equilibrio y el sexo es la forma del hombre de llegar a vislumbrar ese equilibrio."
Binti Shuari, inglesa de padres hindúes - aunque parezca mentira esto me lo soltó cuando yo tenía la tierna edad de veinte años, estando los dos medio desnudos en unas escaleras laterales, en desuso, de acceso a la estación de metro de Green Park (Hoy día sería imposible echar un polvo en esos accesos del metro por culpa de las cámaras de seguridad), fumándonos un pitillo arrugado de un tabaco inglés asqueroso a medias. La había conocido cuarenta y cinco minutos antes - Es lógico que no se me olvide en la vida.

"Sois lo que sois. No podéis evitarlo, perdéis la chaveta por bajar unas bragas para ver lo que hay debajo. Para nosotras eso no es malo, os hace previsibles. Vivís la vida a través de vuestro pene. El problema está en dar con aquellos que lo sepan usar."
Lidia, madrileña, treinta y nueve años, un metro sesenta y muy poco, incansable en la cama, de lengua rápida, ojillos brillantes y cuerpo de atleta. Casada, dos hijos y un marido que le lleva veinte años. Horas y horas de conversación tras el sexo para seguir practicando sexo. Una vez estuvimos desde un viernes al medio día hasta un domingo por la tarde, cuarenta minutos antes de que saliera mi avión, sin bajarnos de la cama del hotel a excepción de ir al baño (Su marido estaba de viaje... nunca le he preguntado donde deja a sus hijos).

"Los hombres somos como animales que estamos hechos a medias. Frágiles y salvajes al mismo tiempo... ¿No has pensado en depilarte todo el cuerpo?"
Nando, homosexual, delgado, con un pene minúsculo en erección y capaz de asociaciones de ideas tan absurdas como la expuesta; dicha desnudo en un diván de su casa porque le hacía ilusión follar en aquel incómodo mueble. En continua búsqueda de pareja estable pero incapaz de ser fiel a nada que no sea su tremenda pluma. Por otra parte, un ser humano delicioso al que se le coge cariño enseguida. Siempre ampuloso y desmedido, siempre a punto de romperse como una pieza de porcelana que cuelga de una cuerda cogida con unas pinzas de ropa.

"- Sino fuera por esto... - dice agarrándome el pene en completa erección. - ... los hombres no serviríais para nada.- Sonrío.
- ¿No has pensado en comprarte un vibrador?-
- Necesito otro cuerpo contra el que restregarme.-
No me suelta el pene; lo aprieta, lo estruja, lo masajea, no deja de mirarlo.
- Pues hazte lesbiana, compra un vibrador de cinto, se lo pones y asunto arreglado.-
- No me gustan las tetas.-
- Ni los hombres.-
Sonríe mirándome de soslayo.
- Yo no he dicho eso.-"

Andrea, una tiquismiquis con la ropa puesta, capaz de hacer y dejarse hacer de todo sin ella. De derechas, seria hasta decir basta, funcionaria de Ayuntamiento, le gusta mandar. Según ella se acuesta conmigo porque jamás le he demostrado tenerle miedo o estar apabullado por ella. Su deseo más íntimo sería doblegar a todos sus semejantes - tiene alma de dominatrix, aunque no lo sabe - Me permitirá seguir acostándome con ella mientras no demuestre que le tengo cariño.

"- El olor, el sabor, el tacto, como tocáis, como os refrenáis, hasta que no podéis más, el calor de las manos, la musculatura tensa, lo ridículo de vuestro sexo fofo y la impresión de poder cuando está en erección, como razonáis, la avidez con la que nos miráis. Me gustan muchas cosas.-
- Bueno, ¿Y que es lo que no te gusta?-
- Que sintáis la necesidad de mentir para follar. Aunque eso lo aprendemos desde muy jóvenes. Por eso me atraen tanto los hombres que no fingen querer otra cosa que lo que quieren.-"

Auxi, andrógina, de ojos azul metálico, dulce, suave, siempre con su cuerpo pegado al mío, deseando besar y que la besen. Toda una maestra en contraer los músculos de la vagina, estrecha y corta, y, al mismo tiempo, aprisionarte con las piernas para evitar que le hagas daño en una embestida, moviendo la cadera para rozar su pubis contra el mío. De clítoris prominente, casi un pene en miniatura. Le gusta que la hagan reír. Me gusta hacerla reír.

"- Sino tuvierais esto...- dice señalándome el pene. - ... seríais perfectos.-
- ¿No te gustan los penes?-
- No me gusta que me penetren.-
pongo cara de extrañeza. La he visto mearse de gusto, perder el sentido y morderme el hombro sentada a horcajadas sobre mí para ahogar un gemido perdiendo el ritmo mientras sus caderas vibraban solas.
- Pues para no gustarte lo disimulas muy bien.-
- No digo que no me guste follar pero no que me penetren.-
- Te gusta follar pero no que te penetren. Es tal la contradicción que encierra esa frase que no sé si cambiar de tema de conversación.-
- Me jode que me guste tanto follar con un hombre. Sois animales simples de pensamiento lineal, llenos de pelo y arrugas, incapaces de sentir empatía...-
Empatía, esa es su palabra preferida. - ... por vuestros semejantes. Pero tenéis pene, sino tuvierais seríais prescindibles.-"
Ana, la conozco desde que tenía diecisiete años, elástica, fuerte, de mi altura, desequilibrada. Hija única. Presume de sufrir demasiada empatía hacia todo lo que la rodea, y que por ello sufre tanto. Llora por todo. No es feliz sino sufre y hace saber al resto del mundo que es así.

NOTA->
Esta conversación tuvo lugar hace unos seis meses. Desde entonces no he vuelto a acostarme con ella. Me llama todas las semanas un par de veces. Cada vez que pienso en ella me parece más peligrosa, cada vez que hablo con ella me da la impresión de que está peor.
He hablado con su primo y coincide en que no está muy bien. la negación del disfrute en conjunción con la necesidad del mismo es un problema mental grave,
niñas y niños. Si practicáis sexo y después sentís remordimientos, y no me refiero a remordimientos por haber engañado a vuestra pareja, o lucháis contra la necesidad de sexo y ello os crea desasosiego hasta que os veis obligados a practicarlo, para luego volver al ciclo del remordimiento y el desasosiego, consultad a un especialista. Lo digo en serio.

'Toda actividad natural en el ser humano está sujeta a procesos mentales. Cuando estos procesos juegan a negar la actividad corporal natural se convierten en procesos enfermizos que minan la actividad mental del individuo y ponen en peligro su equilibrio psíquico.'
Howard Gardner, profesor de psicología de la Universidad de Harvard y de neurología en la de Boston.
<- FIN DE NOTA

"- Los comprendo, los entiendo, me gustan sus cuerpos, como tocan, como acarician, sus facciones, como besan, su ternura, como se desbocan. Me desarman los hombres que me tratan como una señora, que se sientan conmigo a tomar un café y me cogen la mano, que caminando por la calle me ponen la mano por la cintura, que cuando estamos desnudos me tocan el pecho y me besan el cuello...-
- ¿Y que es lo que no te gusta de nosotros?-
- No me gustan los hombres que se acuestan conmigo por puro morbo, siempre terminan intentando echarme en cara que no soy mujer. Y si lo soy.-

René, delgada, ojos verdes, una de las mujeres más femeninas que conozco, veinticuatro años. Muy seria y de sonrisa tímida. Una rara avis que comenzó su proceso de transexualidad a los dieciséis, contra viento y marea. Estudiante de veterinaria, ha tenido la suerte de contar con una familia que la ha apoyado en todo. Ni se plantea efectuarse un cambio de sexo genital. Dice que su clítoris es, con diferencia, mejor que uno de nacimiento. Su mayor ilusión en la vida es ser feliz.

Niñas y niños, ni están tod@s l@s que son, ni son tod@s l@s que están, pero creo que es un ejemplo de lo que pensáis sobre los hombres, ya digo, somos desde bichos raros a simples como sonajeros. Un@s nos veis como personas, otr@s como adminículos del pene; un@s veis, para bien o para mal, el conjunto, otr@s sólo el interior de nuestros carzoncillos.
Sería ridículo que yo intentara definir al género masculino, bajo mi punto de vista tan ruin, mezquino, dulce, inteligente y hermoso como el femenino - aunque estéticamente me parezca más bello el femenino.- pero es porque yo prefiero el sexo con personas, no con géneros en particular. Al fin y al cabo... yo también soy persona, nen.

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domingo, abril 23, 2006

La belleza de la genitalidad


Niñas y niños, hace dos días lucecita, que tiene un blog de lo más recomendable, me metió en un pequeño embolado con otro post mío en el que hablaba sobre la fealdad de la genitalidad masculina (nuestro badajo, vamos). Lo gracioso del caso es que una buena samaritana, a raíz de la polémica que ha suscitado, me ha enviado la foto que veis aquí arriba con el simple texto "Lo nuestro es más feo".

NOTA: Muchísimas gracias por la foto, samaritana.

Yo siento seguir discrepando, incluso ante esta foto sacada con un móvil, a través de un espejo y con la luz dando de pleno en el cristal, sigo pensando que los genitales femeninos son estéticamente más bonitos. Pero yo diría que esto es lo de menos. Es indudable que hay genitales masculinos que son más bonitos que otros, como hay genitales femeninos que son más bonitos que otros.

Digamos que esta controversia no tiene mucha lógica, o sí, porque es lógico que a mi me parezca más estética la femenina, que es lo que no tengo, y a lucecita la masculina.

El envío de la foto de la samaritana me ha dado una idea, que si me permitís me gustaría compartir.

¿Qué os parecería hacer un concurso de belleza... genital?

Lo estoy diciendo muy en serio. La idea sería crear una galería, que engancharé al blog, en la que dichas genitalidades serán expuestas - sin nombres, claro- y cualquiera pueda votar por ellas. Digamos que en el caso de l@s ganadores, y siempre que lo permitan, si que se expondrán sus nombres.

Vosotr@s decidís.

Si hay suficiente aceptación con el tema crearé la galería en un par de días, ¿Qué me decís, niñas y niños?

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domingo, abril 16, 2006

El nombre de la rosa


Niñas y niños, el viernes por la noche me invitaron a una fiesta que estaba organizada por un grupo de estudio de Ciencias Jurídicas de la Universidad - Mucho pijo estirado, mucha niña tonta, mucha conversación trascendental con vaso de wisky en la mano entre los hombres y mucha opinión sobre cremitas, lápiz de labios y rimmell entre las mujeres - un bodrio, vamos. La fiesta era en un séptimo piso y, ante el aburrimiento, no tarde en exiliarme en la cocina. Aunque no sé si la razón fue el aburrimiento o el miedo lógico a que se me pegara algo.

En la mesa de la cocina había una revista del Círculo de Lectores y me puse a hojearla. No creo que pasaran diez minutos cuando dos chicas entraron cabizbajas hablando de la "fiesta". Por la situación de la mesa no repararon en mi. Su conversación dejaba bastante claro que no era el único que me aburría. Finalmente una de ellas se dio cuenta de mi presencia y en vista de que se habían explayado poniendo verdes a este y aquella se quedaron con cara de circunstancias y, aunque a mi la situación me parecía muy divertida, estaba claro que las dos se sentían muy incómodas por haber dicho todo aquello delante de un extraño. - A mi también me parece una mierda de fiesta.- dije con una sonrisa de complicidad y en voz baja. Las dos sonrieron. Comenzamos a hablar de a que nos dedicábamos y terminamos haciendo una guerra de chistes.

Antes de darnos cuenta alrededor de la mesa de la cocina habían doce personas que intercambiaban chistes, conversaban y se reían a carcajadas. En total habían unas veinte personas en la "fiesta" y, de repente, quedó claro quienes habían ido a divertirse y quienes a que se les viera. Estos últimos se quedaron en el salón en sitios estratégicos donde la luz hiciera patente su presencia, sus peinados impolutos y sus caros trajes. No sé exactamente en que momento las botellas comenzaron a trasladarse al pollo de la cocina, total, la mayoría estábamos allí. De vez en cuando una de aquellas efigies del salón se acercaba a llenar un vaso y desaparecía de nuevo por el pasillo, para no perder su hueco de mueble. Al principio me daba cuenta de que cuando entraban muchos les prestaban atención. Avanzada la velada pasaban inadvertidos.

- ¿Por qué no nos vamos todos al salón? Esto es algo pequeño.- dijo la anfitriona. Cuarenta y un años, abogada de renombre, firme candidata a la adjudicatura en la Audiencia Privincial, corte y peinado de 120 Euros, traje de Valentino, lentillas de color azul y voz persuasiva. Se hizo un silencio que rompió Miguel, él que realmente me había invitado a la fiesta, con un chiste sobre abogados. En medio de la carcajada general la anfitriona se esfumó.

A cosa de la una de la mañana se empezaron a hacer planes para el resto de la madrugada. Yo no entré demasiado. Me dediqué a hablar con la chica que estaba sentada a mi lado - Era una de aquellas dos pioneras que comenzaron a colonizar la cocina. Menos dicharachera que su compañera e incluso menos vistosa. Lo que no impedía que me pareciera muy atractiva. Siempre me han gustado las mujeres con el pelo rapado, aunque, por desgracia, es un tipo de corte que parece hacer furor entre chicas de inclinación lésbica. Por suerte no era el caso. A lo largo de la noche ella fue haciendo movimientos estratégicos alrededor de la mesa hasta que logró sentarse a mi lado. Llevaba un pantalón vaquero ajustado, una camiseta blanca de tiros con unas florecitas en el abdomen y calzaba unos tremendos ojos color marrón claro, casi del color de la miel. Movía las manos al hablar, con unas uñas pulcramente recortadas. - ¿Cuánto tiempo estuviste viviendo en Italia?- Fue un tiro al azar, pero di en el blanco. - ¿Cómo sabes que he vivido en Italia?- No contesté, sólo sonreí.

Se optó por ir a un pub del extrarradio, lo suficientemente apartado como para que la policía no diera la espantada a las tres. Y salimos en procesión despidiéndonos con movimientos de mano de los percheros del salón. Había dos ascensores, y la mayoría decidió usar las escaleras. Ella y yo esperamos. Ya en el ascensor se hizo un incómodo silencio. "Que demonios, ¿Qué es lo peor que puede pasar?", y comencé a buscar el botón de stop. ? No tiene, yo también lo estaba buscando.- dijo adivinando mis pensamientos. ? Entonces aprovechemos los cinco pisos que quedan.- fue un magreo breve, urgente, de establecimiento de intenciones. Olía a jabón Magno.

A casi las seis de la mañana sólo quedábamos tres parejas y decidimos terminar la juerga en mi casa...

INCISO - No os subáis jamás en un coche en el que el conductor haya bebido y, por ende, no os ofrezcáis a llevar a nadie estando bajo los efectos del alcohol. No seáis imbéciles.

... y después de una pequeña discusión sobre el sistema de transporte que íbamos a usar, una llamada al amigo Charlie, taxista vietnamita que trabaja durante toda la noche, subimos a su taxi furgoneta.

A la una y media de la tarde me levanté, preparé café en abundancia, tostadas, huevos revueltos, una jarra de agua con hielo acompañada de un paquete de Alcaselser y otro de aspirinas. No desperté a nadie, sólo dejé una bandeja en el salón, donde por cierto había cuatro cuerpos desnudos muy apretados unos contra otros en el sofá cama - amén de varios envoltorios de preservativo regados por el suelo.

En el dormitorio ella ya estaba despierta y recibió la taza de café y las tostadas con un "Holaaaaaaaaaa", y una sonrisa. Comió y bebió sin ningún tipo de ceremonia. Cuando terminó retiró la bandeja de la cama, me quitó la taza y volvió a empujarme colchón abajo.

A las cinco y media ya nos habíamos ventilado media botella de un tinto manchego, las sobras de un pollo frío y gran parte de una tarta casera de queso con arándanos entre acometida y acometida.

- Tengo que irme. Esta noche cojo un avión.-
- ¿Semana Santa?- Más o menos.- dijo poniéndose el pantalón como si fuera una segunda piel.

La acompañé hasta la puerta. Aquellos gandules seguían durmiendo, aunque la bandeja que les dejé había sido evidentemente diezmada.

- ¿No me lo vas a preguntar?- dijo con un mohín. Sonreí. - Si vuelves por aquí prometo hacerlo. - Me acarició la mejilla y desapareció escaleras abajo. Ahora creo que fue una tontería, debería habérselo preguntado.

Me atormenta no saber el nombre de la rosa...

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domingo, abril 09, 2006

Cuidadito con como usais ciertos chismes

Esta es la demostración práctica de que un momento para cada cosa y una cosa para cada momento...



Eso sí, aunque es mejor usarlo en compañía hacedlo lejos de pasteles (Lo del público alrededor de la cama ya lo dejo a vuestro deseo).

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lunes, abril 03, 2006

¿Cultura o biología?


Niñas y niños, si lo pienso con detenimiento, me doy perfecta cuenta de que he tenido pareja estable en dos ocasiones en mi vida: La primera se llamaba Iroko - estaba muy buena pero era muy mandona, lo que contribuyó a que nuestro tórrido romance de cuatro días se fuera al traste, cosa que destrozo mi tierno corazón de estudiante de tercero de EGB. La segunda fue Vicky, con la que me planteé muy seriamente estar con una sola persona durante el resto de mi vida - terminó dejándome por un arquitecto. Que, aunque pueda parecer una contradicción, es lo mejor que me ha pasado en la vida. Ahora ella está casada con él, y yo me acuesto más con ella que cuando éramos pareja.

No digo que sea lo mejor que me ha pasado en la vida porque se siga acostando conmigo, en mi vida sexual ella sólo es alguien más, lo digo porque me pasó siendo muy joven - ambos estudiábamos la carrera - y creo que fue entonces cuando me di cuenta, evidentemente de forma no consciente, que los seres humanos, por mucho que luchemos al respecto, somos monógamos culturales, no orgánicos.

Biológicamente existen una serie de diferencias evidentes entre hombre y mujer. Y, aparte de eso, también biológicamente, nadie puede negar que el sexo está concebido a fin de perpetuar la especie. La naturaleza es muy sabia, y para que nuestro deseo de "procrear" exista ha creado, en contrapartida, el placer (Es tan sabia que crea mecanismos de placer mucho más avanzados en las féminas para que su desarrollo sea más amplio: Roces, caricias, gestos e incluso olores, más allá del puro estímulo visual con el que nosotros ya tiramos. Hasta su euforia tiende al abandono, mientras que la nuestra tiende a la brega).

Es una trampa de Perogrullo, pero funciona. Mientras que el género masculino lo que busca es perpetuar sus genes fecundando la mayor cantidad de féminas posible - siempre hablando desde el punto de vista biológico - el género femenino es más selectivo ya que, en el momento en que surge el embarazo, pierde gran parte de su individualidad para volcarla en aquello que ha de nacer. En vista de lo cual se cuida muy mucho de elegir con quien va a perder dicha individualidad.

Todo esto es biología, casi veterinaria, que puede ser aplicada a la mayoría de los mamíferos. Nosotros somos seres humanos. Nuestra intelectualidad, por suerte o por desgracia, supera con creces el nimio deseo de procrear. Y aquí aparece la pieza clave que nos hace alcanzar el placer de copular de forma intelectualmente muy diferente: El condón. Toda una revolución biológica, filosófica y de ingeniería de las relaciones sexuales entre los seres humanos. Por fin se puede practicar sexo sin necesidad de preocuparse por otras disquisiciones como preñeces o enfermedades.

El ser humano ha convertido el acto biológico de la procreación en un simple acto de comunicación corporal y placer. Es más, ha logrado que el hecho de la fecundación sea una cuestión de elección más allá del sexo, es decir, el sexo es una cosa, quedarse o dejar embarazada a alguien, es otra muy distinta que elegimos, no que viene impuesta por añadidura.

El otro día oía a una psicóloga que sale en Channel nº 4 que las mujeres que son sexualmente "promiscuas" (Me encantaría saber que es para esta buena señora ser promiscuo) terminan acudiendo a su consulta con unas depresiones de caballo. Yo dudo mucho, buena mujer, que una persona que se acuesta con quien le apetece, y cuanto le apetece, tiene las ideas claras y usa condones, tenga necesidad de acudir a un psicólogo, es más, diría que esa persona difícilmente tendrá necesidad de uno, por lo menos por esa razón. El sexo es muy bueno. Y a las pruebas médicas me remito. ¿Tiene usted problemas de estrés? Practique sexo. ¿Problemas con algunos kilillos de más? Practique sexo. ¿Duerme mal o tiene problemas de insomnio? Practique sexo. ¿Está deprimidillo/a? Practique sexo. ¿Problemas de ansiedad? Practique sexo. Y voy a ir más lejos. ¿Tiene usted cáncer? Practique sexo (Las endorfinas que se producen durante el acto sexual funcional como revitalizante celular). El sexo mantiene el tono muscular del corazón, oxigena de una forma que no se consigue de ninguna otra manera nuestro cerebro y retraza el envejecimiento neuronal.

Es decir, niñas y niños, no os dejeis engañar por charlatanes o curas, follad mucho y bien, vivireis más y mejor.

Carpe diem, memento mori...

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