
Niñas y niños, no a mucho alguien me echaba en cara una frase que dije sobre el físico de las personas. La frase exacta fue que no me veía acostándome con una persona que tuviera exceso de peso. Desafortunadamente es cierto que la dije. Imaginaba que el sexo con una persona que tuviera exceso de peso sería incómodo y, para que voy a negarlo, el exceso de peso no era algo que me fuera muy atractivo. Pero como la frase la dije en el año de la parrala, y quien me la echó en cara fue una amiga en relación a otra amiga, cuyas razones para hacerlo eran, y siguen siendo evidentes, pues como que le di la importancia justa que tenía.
Lo cierto es que esta víspera de todos los santos, tomando una copa en un antro de perdición en donde había un concierto de F.R. Davis (que para quien no sepa quien es le aconsejo que se trinque algún recopilatorio de música de los 80), conocí a un alegre grupo de chicas que celebraban su renovación de contrato en la Administración Pública. No sé muy bien porqué terminé hablando con una de ellas sobre un tatuaje cuyo borde asomaba indiscretamente por su generoso escote. Aunque las demás hacían intentos por mantener una conversación, yo siempre volvía a hablar con la chica del tatuaje. Creo que lo que me atrajo de ella fue su risa franca - es raro pero, normalmente, nos reímos de forma comedida, contenidos. Es extraño escuchar carcajadas, y cuando pasa inmediatamente contagia sonrisas a las personas que las escuchan- y sus ojos verde claro que miraban con la misma franqueza que sonaba su risa.
Cuando terminó el concierto sus amigas se fueron despidiendo en un goteo que duró aproximadamente una hora. Nosotros apuramos las copas hasta que, con la amabilidad característica, un camarero nos echó.
- ¿Te llevo a casa?-
- No pensarías dejarme tirada aquí.- risas.
- Espera, que paro un taxi...-
- No hace falta. Vivo dos calles más arriba.- más risas. Llegamos al portal en un santiamén. - Este es el mío. ¿Quieres subir a tomar... er...? Bueno, ¿Quieres subir?-
- Me encantaría.- vivía en el segundo piso, pero a partir del rellano se hizo evidente que sino nos dábamos prisa no llegaríamos vestidos a su puerta.
El sexo estuvo muy bien y, además, fue divertido y muy tierno. A las siete de la mañana preparé tostadas y café con un gato de angora que me observaba desde el poyo de la cocina como si yo fuera un alienígena, mientras me afanaba, en pelota picada, para no hacer ruido - a propósito, el gato se llama Madler (jajajajaja)-.
El olor a café la despertó. Me miró como extrañada. - Todavía estás aquí.- dijo mientras se incorporaba.
- Si sé que te molestaría verme aquí, me hubiera marchado.- dije colocando la bandeja más cerca de ella.
- No, no es eso, es que normalmente cuando he traído a alguien de noche, por la mañana ya no está...-
- No me creo una palabra.-
- ... es porque se despiertan, me ven durmiendo al lado a la luz del día y escapan horrorizados.- casi se atraganta al intentar reírse y comer una tostada al mismo tiempo. A mi no me hizo ninguna gracia.
- No creo que seas horrorosa.- ella me miró un momento antes de proseguir.
- No busco nada serio, sólo...-
- Yo también estoy en esas.- dije con una sonrisa. - ¿Te ha dicho alguien que es una estupidez taparse el pecho tan pudorosamente con la sábana delante de la persona con la que has estado follando toda la noche, sobre todo cuando esta habla contigo sentada en el borde de la cama en pelota picada y con media prometedora erección?- pregunté mientras tiraba poco a poco de la sábana y ella volvía a sonreír dejándose hacer.
- Me lo han dicho mucho.- me susurró en el oído.
Terminamos almorzandonos las tostadas y el café frío.
- ¿Me llamarás?- preguntó desde la puerta.
- Sólo si prometes coger el teléfono.- sonrió.
- Lo prometo.-
- Entonces, sí.- creo que la llamaré mañana, viernes, y, sino tiene planes, la invitaré a almorzar a mi casa, pollo a la cairatraca. Y, si logramos vestirnos a tiempo, después un cine, unas copas en el bar de un amigo y la acompañaré a su casa, a ver si me enseña otra vez el tatuaje al completo y logro desentrañar que me quiere decir Madler con esa penetrante mirada, ¿La verdad está ahí fuera?
P.D.
A ella también se lo dije y casi se mea encima. No tenía ni idea que los tangas dieran tanto de si...
8X
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